Autor en busca de personaje

Después de una desviación de navegante en busca de un dato irrelevante para determinar la paternidad de un refrán, decido que no, en definitiva, que no es lo mismo escribir así, aquí, que en la intimidad de una libreta rayada, apretándose la letra manuscrita conforme se acaba la página. Según se ve (y percepción es realidad), esto ya es un hecho consumado conforme se va acomodando el texto con su letra de molde, bien alineado —justificado—, casi sin erratas, ligando palabra tras palabra, imagen tras imagen (el cuadro completo es otra cosa) listas para la imprenta. No hay tachaduras ni enmiendas ni compenendas; pero eso sí, qué tal el pajarito censor que tienes a espaldas, ese que te dicta que sí y que no, hasta dónde eres vulnerable si abres demasiado la puerta, pero ¿y si sucede que crees que la puerta está abierta justo lo suficiente para no exponerte, cuando más bien estás abriendo el zaguán? No. A la libreta se puede volver con la libertad del control que tengo sobre sus páginas para arrancarlas o sepultarlas en mi desordenado orden, para dejarlas siempre inéditas —vanidad, como si hordas de lectores se agolparan en la puerta de mi casa para desenterrarlas—, o públicas solo para quien las lee, o sea yo y nadie más. A la libreta se puede volver con la seguridad de que esa intimidad que consigna los recuerdos más tristes y esculpe la nostalgia, pero que también cincela y acomoda las memorias felices para que continúen siendo felices o más felices si se quiere, sin que venga nadie a cuestionarlos y enmendar la plana, quedará intacta.
     Un error evidente de perspectiva, de origen, que no vi; una ingenuidad reprochable de entrada, para mí, a estas alturas. Debo crear al personaje que soy yo entre carpetas, y dominarlo: vaya tarea ser autor de uno mismo
. Ah, esta redacción sincopada me trae tantos recuerdos... felices, por cierto. Lo delicioso, eso sí, es ver la construcción y deconstrucción de la película cuadro por cuadro (como dije antes, eso es otra cosa), mes con mes, según las etiquetas. Me repito: debo crearme un personaje, no sé cómo ni de qué tipo ni con qué historia, pero debiera ser tan elegante como este caballero aquí a mi lado...

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