Tiranía

Es una falacia, un ardid, una argucia de la economía y un equívoco de la memoria: las vacaciones, para quienes tienen hijos, son para todo menos para descansar. La tiranía infantil puede ser llevadera a regañadientes, grata, abrumadora, sublime, cualquier calificativo, el que sea, pero ante todo es desgastante. Uno prepara las maletas, los juguetitos, los trajes de baño, la niña se verá primorosa, mira esto, y esto y esto para cuando esté en la playa. Sí, todo es muy bonito, pero ya estando ahí, ah caray, creíste que podrías relajarte y quizás, en una de esas, tomarte unos tragos cómodamente instalado en la tumbona. Descansas, sí, pero no de las preocupaciones diarias, sino de la actividad del día anterior. Descansas, eso sí, del trabajo porque dejas de pensar en él para pensar en las vacaciones. Las otras vacaciones, aquellas de cuando uno era libre y sin mayor compromiso que con uno mismo (compromiso subvaluado, por lo visto) se podían aprovechar para trabajar ordenadamente, o hacer como que uno organiza sus cosas. Ahora no, uno trabaja para ellos, para ella, y no hay otra manera. Que sí, hombre, son desgastantes, cuánto cansancio acumulado se vuelve a acumular y sin embargo, jamás las reemplazaría porque son irrepetibles. Viva esa tiranía infantil que con todo y todo, es de las cosas más hermosas para quien sabe verlas y disfrutarlas.